Newel K. Whitney no se sentía capaz de llevar a cabo los menesteres del oficio, aun cuando el Profeta le dijo que el Señor lo había llamado por revelación. De manera que el Profeta le dijo: “Vaya y pregúntele al Padre usted mismo”. Newel se arrodilló en humilde súplica y escuchó una voz del cielo que le dijo: “Tu fortaleza radica en mí”
(Nuestro Legado, pág. 26-27)
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