"Aun en los niveles más altos de responsabilidad en este Reino de Dios, que se está edificando sobre la tierra, la revelación todavía se presenta como una voz apacible y delicada. El escuchar es en sí un desafío que todos tenemos. Tiempo para escuchar. La habilidad de escuchar. El deseo de escuchar. En asuntos religiosos muchos de nosotros decimos: '¿Qué has dicho? Habla más fuerte. No te oigo'. Y cuando Él no nos grita, no hace arder una zarza, ni nos escribe en tablas de piedra con su dedo, nos inclinamos a pensar que no nos escucha, que no se interesa en nosotros. Algunos, incluso, llegan a la conclusión que no hay Dios. Elizabeth Barret Browning escribió: 'Dios hace arder toda humilde zarza, pero sólo aquel que la ve arder se quita el calzado'. La voz apacible y delicada sigue siendo apacible."
(Elder Graham W. Doxey, Liahona enero 1992, págs. 28,29)
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